jueves, junio 18, 2015

¡ QUE HOSTIA, QUE HOSTIA!




Del espejismo a la cruda a la realidad: el TTIP por Silvia


El Estado de Bienestar no ha sido más que un espejismo en el desolador desierto del capitalismo. Su desarrollo, tras la Segunda Guerra Mundial, respondió a un deseo por parte de las élites que ostentan el poder; el deseo de mantener a la clase obrera bajo sus opiáceos efectos y así evitar el desarrollo de experiencias revolucionarias.
Una vez adormecidas las conciencias, el poder en la sombra no ha perdido oportunidad para desmantelar este espejismo, acudiendo siempre a argumentos economicistas: la globalización, la ineficiencia de lo público, la entrada en la UE, la crisis, la deuda (su deuda)... No nos han dado

un respiro, y no nos lo va a dar. Ahora pretende darnos la puntilla final, dejando todo atado y bien atado. ¿Cuál va a ser ahora la escusa? El TTIP ¿El TTIP?, dicen algunas voces. Y es que todavía la mayor parte de la gente no sabe qué es y qué implica. Y las partes interesadas, por supuesto, no nos lo van a contar.
El TTIP es un Tratado de Libre Comercio e Inversión entre EEUU y la UE, que se está negociando rodeado de gran secretismo . En este sentido,  los eurodiputados y eurodiputadas solo pueden acceder a una parte limitada de los documentos que forman parte de las negociaciones y, además, en condiciones muy restrictivas: en una sala cerrada, con un tiempo limitado a dos horas, sin posibilidad de tomar notas o fotografiar los documentos y sin poder contar lo que hayan leído, bajo amenaza de multa o pena de cárcel. Y a esto lo llaman transparencia.
Veamos que esconde el TTIP, por qué la clase política no habla de este asunto, si en palabras de algún PP-ero es lo mejor que puede pasarnos. Veamos de qué va la película que no nos quieren contar.
El TTIP basa su trama en tres hitos. El primero es la “armonización legislativa”; bonita música de fondo para una drama cinematográfico. En este drama los personajes secundarios vemos cómo nuestras leyes son recortadas hasta quedarse en los huesos, es decir, en los niveles de EEUU. Al final de la película en lugar de comer perdices no se come otra cosa que pollos clorados, transgénicos o carne hormonada y engordada con medicamentos. Todo ello aderezado con 30.000 nuevas sustancias químicas, hasta hace dos días prohibidas en Europa. Y en el mejor de los casos brindaremos con vino Ribera del Duero “made in” California, recordando, como algún miembro de la Comisión Europea ya nos advirtió de la necesidad de volver a revisar las leyes laborales para no ahuyentar a potenciales inversores. Al final, el elenco de secundarios lamentaremos vernos sin negociación colectiva, sin derecho a un mínimo de vacaciones y con la contratación de esquiroles legalizada, tal y como ya sucedía al otro lado del Atlántico cuando el TTIP se negociaba.
El segundo hito es el Consejo de Cooperación Regulatoria. Es el guionista de la película, ya que, en palabras de lobbies tan influyentes como la Cámara de Comercio de EEUU y el Business Europe, este organismo permitirá a las multinacionales reescribir las leyes. Esto es así porque cualquier nueva ley de cualquier país tendrá que enviarse a este organismo para abrir un “diálogo” con las grandes empresas sobre su conveniencia.
Y el tercer hito es aquel que impide rebobinar, ya que una vez que se las leyes han sido rebajadas o redactadas al gusto de las multinacionales, no se podrán cambiar. Estamos hablando del ISDS, que es un “tribunal” al que quedan sometidos el 99% de los Tratados de Libre Comercio y que también se implantará en el TTIP, pues la Comisaria de Comercio de la Comisión Europea, Cecilia Malmström, ha hecho pública su “necesidad” . El ISDS, o Mecanismo de Resolución de Disputas Estado-Invesor, es un “tribunal”, formado por 3 abogados, ante el que los inversores extranjeros podrán denunciar a los estados si aprueban leyes que les perjudiquen. Solicitarán la retirada de la ley o altas indemnizaciones, tal y como le ha sucedido a Egipto, que se enfrenta a una demanda de multinacional francesa Veolia por subir el salario mínimo. Este pseudotribunal ya funciona en la mayor parte de Tratados de Libre Comercio a nivel internacional, habiéndose presentado hasta 500 demandas, principalmente en los últimos 10 años.
Lo lamentable, es que todo esto no es ni una película ni un espejismo ni un secreto a voces. Por eso, hay que utilizar todos los medios a nuestra disposición para sacarlo a la luz, porque tal y como lo describe Susan George, el TTIP es un vampiro que nos quiere chupar hasta la última gota de sangre que nos queda. Pero este vampiro, no aguanta la luz. No aguanta la verdad.

JUAN GOYTISOLO por Andrés Sorel 

" A los veinte años quería salir de España. pasé de una atmósfera cerrada y opresiva al París de los años cincuenta, el mejor momento de la literatura francesa. De un desierto a un mundo cultural muy rico... Castellano en Cataluña, afrancesado en España, español en Francia, latino en Estados Unidos, nesraní en Marruecos y moro en todas partes, no tardaría en volverme a consecuencia de mi nomadeo y viajes en ese raro espécimen de escritor no reivindicado por nadie, ajeno y reacio a agrupaciones y categorías. No comparto los valores de esta sociedad, me siento extraño a ella. Por otra parte la mayoría de los escritores que admiro siempre actúan a redopelo de la sociedad. Como decía de una manera muy expresiva Luis Cernuda eran "españoles sin ganas"

Juan Goytisolo. Testimonio crítico de España. Pensamiento alejado de los dogmas: habita en las dudas más que en las certezas y persigue lo contrario a los fanatismos. La alienación viene dada por las religiones, las banderas, los patriotismos, la negación del otro, la no aceptación del que piensa de manera contraria a la nuestra, los lenguajes vacíos, académicos, rituales, conservadores, propios del vocinglerío más que de la reflexión y el silencio.

Encontrándome en La Habana, recibí una llamada del Ministerio de Cultura español: Juan Goytisolo les había pedido que me invitaran a Alcalá de Henares, al acto de entrega del premio Cervantes del 23 de abril. Hasta el último minuto lo estuve pensando. Odio las ceremonias. La mayor parte de quienes asisten a estas entregas de premios que presiden las hieráticas figuras que llaman reyes, forman la "casta cultural" anodina, vacía, falsa, precisamente la antítesis de lo que ha sido y es Juan Goytisolo, el hombre que se manifiesta, tanto en sus palabras como en sus actos precisamente crítico con lo que ellas representan. Decidí al fin no ir. No era escenario en el que pudiéramos hablar. Prefería recordar algunas palabras suyas:

Reivindicación del conde don Julián es una obra claramente destructiva de toda la tradición nacional católica española, de toda la corriente de pensamiento conservador español. Debía destruirme para construir. Cervantes cambió todo lo que existía... Y sobre los restos construyó esa maravilla que es don Quijote...
La cultura ha sido sustituida por su símbolo mediático y nadie o muy pocos elevan la voz contra ese estado de cosas. La resignación y el conformismo con los poderes fácticos reina en el campo literario como en los felices tiempos del franquismo.

Me hubiera gustado darle un abrazo: no por el premio, sino porque en éste infierno que llamamos España existan todavía escritores como él o Rafael Sánchez Ferlosio. Mejor dárselo a solas, lejos de reyes, ministros, académicos, trajes y vestidos de etiqueta, y  sonrisas bobaliconas como la de un tal González.
Y un día más Juan Goytisolo estuvo a la altura de las circunstancias con sus palabras. De ahí el cabreo, por tener que informar, aunque fuera mínimamente, de ellas, de las televisiones y periódicos del Régimen. (No nos engañemos, el Régimen no murió, se adaptó a nuevos códigos de imagen y conducta para mantener el desarrollo de corrupción y de explotación capitalista del que era heredero, pero sigue siendo el Régimen).
Callemos más, que no merece la pena continuar hablando del acto que se inicia en los Reyes y termina en la tuna. No más palabras. Recojamos algunas de las que pronunció Goytisolo.

"Llevo en mi la conciencia de la derrota como un pendón de victoria", escribe Fernando Pessoa, y coincido enteramente con él. Ser objeto de halagos por la institución literaria me lleva a dudar de mi mismo, ser persona non grata a ojos de ella me reconforta en mi conducta y labor... Es empresa de los caballeros andantes, decía don Quijote, "deshacer tuertos y socorrer y acudir a los miserables" e imagino al hidalgo manchego montado a lomos de Rocinante acometiendo lanza en ristre contra los esbirros de la Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla que él toma por encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas socorriendo a unos inmigrantes cuyo único crimen es su instinto de vida y el ansia de libertad. Sí, al héroe de Cervantes y a los lectores tocados por la gracia de su novela nos resulta difícil resignarnos a la existencia de un mundo aquejado de paro, corrupción, precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los jóvenes como en el que actualmente vivimos... Las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo... Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia.

Y terminaba reivindicando la locura de don Quijote y el perseguido Cervantes, al que quieren prostituir hasta en sus huesos, diciendo que no era posible evadirse de la realidad y preciso resultaba decir en voz alta que podemos.

El Lugar de la Utopía en el Siglo XXI por Olivia Muñoz Rojas

Hace una década el sociólogo Zygmunt Bauman constataba con sorpresa que la palabra utopía en Google daba 4,4 millones de entradas. Hoy la misma búsqueda resulta en más de 63 millones, pero su impopularidad sigue siendo la misma. Utopía y utópico sirven ante todo para descalificar una propuesta por su impracticabilidad y a su defensor por su falta de realismo. Si nos preguntaran cómo imaginamos en concreto la sociedad en la que nos gustaría vivir es probable que no supiéramos responder. Estamos más acostumbrados a examinar críticamente la sociedad en la que vivimos y a exigir o plantear medidas inmediatas para resolver los problemas que detectamos en ella que a tratar de imaginar cómo sería nuestra sociedad ideal, nuestra utopía.
La tradición utópica está íntimamente ligada a los orígenes del pensamiento de izquierdas. Varias generaciones de pensadores y escritores contribuyeron al utopismo con obras literarias y proyectos reales a pequeña escala: desde los míticos Saint-Simon y Fourier hasta Cabet y William Morris. Para las incipientes ciencias sociales, el concepto de utopía se convirtió en el equivalente del laboratorio para las ciencias naturales. El género literario utópico sirvió para ensayar nuevos principios sociales con gran lujo de detalles —desde la emancipación de la mujer (Charlotte P. Gilman) hasta una economía colectivizada (Edward Bellamy). Algunos de esos principios, como el sufragio femenino, la abolición del trabajo infantil o la educación universal, pertenecieron en su momento al género utópico. Hoy, sin embargo, son realidad en un buen número de países del mundo.Tras el aparente fracaso de los grandes proyectos transformadores del siglo XIX y XX, hablar de utopía puede parecer fútil e ingenuo, incluso peligroso. La mayoría de los ciudadanos de hoy desean propuestas políticas realistas y realizables y cuando perciben que ni estas llegan a cumplirse, es comprensible que todo aquello que parezca difícil de materializar genere escepticismo y rechazo. El peso de nuestra historia reciente, el miedo a un futuro incierto y nuestra consiguiente dificultad para imaginar mundos mejores son palpables al observar la proliferación de distopías en la literatura y el cine contemporáneos. Libros y películas nos presentan sistemáticamente una sociedad futura en la que nuestros recursos naturales se han agotado, no podemos reproducirnos, triunfan toda suerte de dictaduras o la inteligencia artificial se ha impuesto sobre la humana, es decir, sociedades en las que no nos gustaría vivir. Sin embargo, ¿no resultaría útil tener una imagen de nuestra sociedad ideal a la hora de valorar, por ejemplo, los diferentes programas electorales que se nos ofrecen, una especie hoja de ruta con la que contrastarlos? Por ejemplo, ¿cómo imaginamos una sociedad ecológicamente sostenible? ¿O una ciudad inteligente? ¿O las familias del futuro?
Fueron Marx y Engels quienes calificaron de utópicos a Saint-Simon y otros socialistas decimonónicos por su falta de realismo al no identificar la lucha de clases como motor del cambio social y creer en la transformación de la sociedad por medios pacíficos. El enorme potencial explicativo del socialismo científico impulsado por Marx relegó rápidamente al socialismo utópico a un segundo plano. Han sido numerosos los pensadores que desde entonces, y aun reconociendo el valor explicativo (incluso predictivo) de la teoría marxista, acusan su falta de imaginación a la hora de concebir cómo sería esa sociedad ideal que seguiría a la abolición de las clases sociales y la desaparición del Estado.Lo que caracteriza a la tradición utópica es, precisamente, su realismo. Esto la diferencia tanto del pensamiento premoderno como del religioso. La tradición utópica atribuye al ser humano la capacidad de actuar sobre su entorno y cambiarlo. Desde sus orígenes, explica el sociólogo Krishan Kumar, el género utópico ha demostrado sobriedad, un deseo de no distanciarse de la realidad presente. Aunque busca pensar más allá de los límites convencionales del pensamiento social y político y dibujar la imagen de una sociedad buena, incluso perfecta, lo hace dentro del margen de lo posible, esto es, partiendo de las realidades psicológicas, sociales y tecnológicas existentes. Hasta que no existieron bocetos de máquinas para volar, por ejemplo, la literatura no imaginó la posibilidad de viajar a la luna.
Es legítimo preguntarse hasta qué punto la izquierda actual sigue batallando con esa ausencia de imaginación. Desde los medios y la academia se incide cada vez más en la necesidad para la izquierda de hacer gala de creatividad y audacia política para abordar los grandes retos contemporáneos, desde la crisis económica hasta la migración y el cambio climático. ¿Es posible para la izquierda imaginar una utopía, una sociedad ideal del siglo XXI, que sirva de referente e inspiración para políticos y ciudadanos, asumiendo que es inalcanzable? En otras palabras, ¿es posible conjugar un proyecto utópico con un programa político de aplicación más inmediata?
En la charla que Bauman daba en 2005 con el título Living in utopia(Vivir en la utopía), y en la que se sorprendía del volumen de entradas asociadas a esta palabra en Google, planteaba que utopía se entiende hoy de un modo distinto a antaño. En lugar de meta ideal, compartida y, en principio, inalcanzable, la utopía hoy sería una huida hacia adelante sin meta definida; una huida en la que el individuo busca evadir la incertidumbre y alcanzar una felicidad más permanente con el solo hecho de comprarse ropa nueva o irse de vacaciones. ¿Significa eso que estamos ya en el mejor de los mundos y no es posible imaginar uno mejor? Para Bauman y probablemente la mayor parte de los ciudadanos la respuesta es no. Significa, eso sí, que la utopía, como intento de imaginar una sociedad mejor o ideal, no está de moda. Salvo excepciones, el imaginario utópico vive sus horas bajas. Poner de moda la utopía es reconocer que sin la imaginación humana no se hubiera producido ninguno o muy pocos de los avances sociales, políticos y tecnológicos que hoy conocemos. La historia demuestra que los sueños de hoy pueden ser las realidades de mañana.Si al pensamiento político le faltan herramientas para ello, la literatura, el cine y otras artes han demostrado ser poderosos medios para imaginar sociedades futuras o alternativas, hacerlas tangibles e inspirar con ello la conciencia y acción política. La última gran generación de obras utópicas pertenece a los años 1970, coincidiendo con la emergencia del ecologismo (véase, por ejemplo, Ecotopia de Ernest Callenbach). Desde entonces, el género literario utópico se ha visto desplazado más y más por obras distópicas, a veces en un movimiento dialéctico, como las novelas de Aldous Huxley (no es casual el hecho de que la distópica Un mundo feliz sea mucho más conocida que la utópica La isla).
de su Blog  www.oliviamunozrojasblog.com.


¡QUÉ HOSTIA! ¡QUÉ HOSTIA! por Carlos de la Sierra

La noche del 24 de mayo, una descompuesta Rita Barberá, alias “Caloret”, se abrazaba a Serafín Castellano, delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, y le confiaba al oído: “Qué hostia, qué hostia”. Era el reconocimiento de la pérdida, el momento de aceptar que los ciudadanos de Valencia no querían a esa mujer al frente de su ayuntamiento. Y tampoco querían al tal Serafín, por lo que se vio pocos días después cuando era detenido por la policía, y, tarde como siempre, destituido por el Gobierno del PP. Otro trincón había caído, ¡pero hay tantos en este Estado de corrupción! Recuerdo que, hace unos años, el 7 de junio de 2010, escribí mi última colaboración de opinión en la prensa local de Burgos ¡ay! Aquella columna se titulaba “El trabajo sucio”, y en ella denunciaba cómo el Partido Popular, en la oposición, dejaba tirado a Zapatero en un momento histórico en que España ¡ay! ¡ay! estaba al borde del rescate: “Pero nada de esto -escribía yo entonces- parece importante para esta derecha cavernaria, reaccionaria y bullanguera que se lanza al monte, deja a los ciudadanos a su suerte y se niega a cualquier modelo de pacto o negociación…”. Y terminaba aquella columna de prensa con estas palabras: “Embarrancada en esta molicie social y política, la derecha dice tener un Código Ético. Otro día hablaré de él. Cuando se me pase la risa”. La columna se publicó y ese mismo día me echaron del periódico. Burgos en estado puro. Ahora, en 2015, los resultados electorales de las municipales de mayo, han dado un importante vuelco en el reparto de poder partidista, y se impone un pacto de gobernación en ayuntamientos y comunidades. En Burgos, que es lo que nos interesa, el resultado ha sido el siguiente: PP, 10 concejales; PSOE, 7 concejales; Imagina Burgos, 6 concejales; Ciudadanos, 4 concejales. Pues bien de estos 27 concejales, los 6 de Imagina Burgos y los 4 de Ciudadanos, pertenecen a partidos y coaliciones emergentes. Y con esos mimbres hay que formar un Equipo Municipal de Gobierno para los próximos años. Creo que a estas alturas sobra repetir las múltiples combinaciones posibles y centrarnos en la realidad: 14 son mayoría, y la Ley deja bien claro que si el 13 de junio no hay mayorías formadas, gobernará el grupo municipal con más concejales, en este caso el PP con 10 concejales. Ya hemos visto que el Código Ético los del PP se lo pasan por el forro de los cojones (Noche Blanca en jornada de reflexión, entre otras muchas tropelías), y que están dispuestos a gobernar sí o sí. Y harán lo que sea necesario para lograrlo como ha quedado claro en la reunión que han mantenido con Ciudadanos en el ayuntamiento de la ciudad, ¡en el ayuntamiento de todos!, y dejando constancia de su atropello en primera plana de los medios escritos. Esta columna la escribo el domingo 7 de junio por la tarde, y por tanto me resulta imposible adelantar acontecimientos, pero, tal vez como perro viejo en estas luchas, pueda decir que todo está cantado: seguirá gobernando el PP, con pacto de legislatura o sin él, pues creo firmemente que las derechas se tocan (como aquello de los extremos) y Ciudadanos, por si alguno no se ha enterado todavía, es un partido de derechas, muy de derechas, mucho, mucho, mucho… En fin, que en Valencia, Madrid, Barcelona, Valladolid y en otras ciudades de España la derecha se ha dado la hostia, la gran hostia, pero en Burgos, la hostia nos la hemos dado los ciudadanos (ojo, no confundir con al formación citada más arriba) que creemos en la decencia, el bienestar, la participación, la libertad y la transparencia. Lamento mucho tener que entregar hoy esta columna, con todo abierto, pero quiero manifestar mi confianza (a esperanza mejor ni la nombro) en los políticos emergentes, en sus ganas de hacer y de imaginar una ciudad mejor, civilizada, civil y más libre. Otro día hablaré de los códigos éticos de las formaciones municipales, si antes no me echan de estas páginas. Veremos.


CSR por Rubén de la Peña



            Pedían tomar el cielo por asalto, como si las nubes fuesen despachos no muy lejanos y la luna tuviese la redondez de un hemiciclo. Se pusieron a trabajar para alcanzar las instituciones. Despertaba ternura verles poner carteles o madrugar durante la campaña electoral para hacer propaganda. La recompensa tiene sabor de noche en vela y triunfo electoral. Ahora es cuando podrán empezar a hacer algo.
            Pero si cogen un espacio inútil y lo recuperan. Si se dedican a anunciar y preparar actos sin obedecer a las fechas electorales y deciden cambiar, poquito a poco, la realidad más inmediata no pueden esperar mas que la crítica y el ninguneo. Es el precio de no aguardar y respetar campañas ni  instituciones para cambiar las cosas. Cuando madrugan para una pintada o colocar carteles da la sensación de que sólo despiertan los recelos de los agentes.
            Hace poco más de un año se anunciaba, no se si desde Madrid, so pretexto del espíritu de Gamonal, la creación de un partido político. Se abría así la carrera mediática de dar esperanzas por las vías institucionales al sufrimiento de los más desfavorecidos. Todo era mediático y lejano. Empezaba la autorización y el maratón para hacer política y encauzar las luchas sociales hacia las instituciones.


            En esas mismas fechas vecinos de Gamonal ocupan un espacio y trabajan en el barrio totalmente al margen de instituciones y con un comportamiento autogestionario. Hacen toda suerte de actos culturales, sociales y políticos. No esperan ver la repercusión de los mismos en medios de comunicación convencionales, les sirve incidir en el barrio, en los vecinos, en lo inmediato. Siguen en su empeño, artesanalmente, sin pompa alguna, a pesar de las instituciones.

            Son, a mi entender, dos formas de ver las cosas, como el cielo y su reflejo en el agua. Da la sensación de que asaltar los cielos es dejar de mirar las estrellas. El protagonismo en los medios, la participación en los órganos de poder siguiendo el calendario marcado como espectáculo político, da una sensación de capacidad y de posibilidad: de estrella.

            Acostumbrado estos días a las felicitaciones por los resultados electorales permítaseme, también, que felicite a quienes han trabajado desde abajo, han cumplido un año largo con todo en contra. Sin subvenciones, sin liberados, sin otro apoyo que sí mismos, con todo el recelo y oposición de las instituciones en contra y que, quede claro, lo hubiesen tenido más fácil y “glamuroso” de haber apostado por la vía política convencional. Felicidades compas del CSR. Las estrellas se ven desde todos los lados, es cierto; pero no alumbran.

París, ciudad del amor, de la cultura, de la luz... ha recibido este caluroso mes de junio la visita de “nuestro” Rey Felipe y su esposa, la periodista. Su presencia se debía al homenaje que recibían los republicanos españoles que liberaron París y lucharon contra el fascismo. Corrieron ríos de tinta, debates y chascarrillos a cuenta de este circo, al final una vez más, tan irrelevante como pomposo. Sin embargo, en esta misma capital, bajo un puente del suburbano situado muy cerca de Montmartre, zona de importante afluencia de turistas, la cotidiana y cruda realidad continúa ajena al espectáculo. Allí viven hacinados y olvidados cientos de inmigrantes subsaharianos, de esos cuyo color de piel no gusta nada al Frente Nacional de Marine Le Pen, aunque ese mismo color es el crudo que alimenta a Francia y a la vieja Europa de la sociedad de consumo actual. Parece que todavía no se termina de asociar al libre mercado y al consumismo del primer mundo la destrucción de oportunidades para estas personas. Solo aceptamos la globalidad para ser libres de comprar un teléfono fabricado en la otra punta del mundo o llenar el depósito de nuestro coche con combustible de un continente en guerra.
Los movimientos de ultra derecha son capaces de esgrimir argumentoscontra la entrada de inmigrantes, aunque no se hasta qué punto desearán la autarquía, ya que en este continente y más concretamente en España, los hidrocarburos escasean, como escasea también desde hace décadas la industria pesada e incluso hoy en día la ligera. Más hipocresía aun la de los empresarios defensores de “una grande y libre”, deseosos de mano de obra barata, para recoger fruta en Almería o vender recuerdos en la plaza Mayor de Madrid. No sé qué sería de los talleres de alta costura de Milán, donde se adornan los trajes con la etiqueta “Made in Italy” aunque los mismos tengan más horas de mano de obra oriental que de factura italiana. Y como estos, podríamos citar infinidad de ejemplos donde impera la doble moral de este sistema económico. Después de la convulsión de las recientes elecciones, y a la espera de los resultados en las nacionales, desearía ver propuestas políticas, sí políticas, y no tanta verborrea fácil de las “nuevas opciones de izquierda”. Que se propongan salidas a esta economía de la agonía, a nivel nacional y al perjuicio internacional que ocasiona. Que no solo es el problema el 25% de paro aquí, son los muertos que provocan en medio mundo nuestra política ávida de mano de obra esclava para mantener los estándares de vida de unos pocos afortunados.
Si es que existe aún Estado que sea capaz de tomar el control de sectores estratégicos como la generación de energia, el transporte, la sanidad y las telecomunicaciones. Que desaparezca el capital riesgo y se garanticen aranceles que graven las importaciones, con especial atención a aquellos productos que se fabrican de manera local.

CALORET ELECTORAL
por Don Gregorio Espiritrompa


Ha llegado el caloret, Santa Rita,

Rita, Rita. ¡Qué hostia te han pegado!
Te han quitado los petardos, la guita,
los vinos y el gin de los combinados.

Mamá Gürtel: una chota en Madrid
ofrece a todos el pacto del diablo.
Va a fundar un soviet en Chamberí
para cortarle la coleta a Pablo.

Ciudadanos hace a Lacalle alcalde.
Méndez manda gracias a Albert Rivera.
Siguen tapando mierda las alfombras.

Pero nuestra lucha no ha sido en balde.
Nos vemos en la calle dando cera,
para que Burgos salga de las sombras.




Sí se puede (ma non troppo) por Fernando Ortega Barriuso


Sí se puede…
Quizá la cercanía del verano haga que uno tengo un tono vital positivo, de alegría. Porque las recientes votaciones han deparado un cambio interesante, positivo, en la realidad española, siempre siendo consciente de la frase de Valéry: “la política es el arte de evitar que la gente se preocupe de lo que le atañe”. Pero, bueno, no cayendo en maximalismos y purismos, no está de más que “la gente de reconocido prestigio”, como denominó el presidente del PP burgalés, César Rico,  a los candidatos de su partido se tienten las ropas y comiencen a vaciar cajones de despachos por si tienen que cederlos a algunos descamisados. Ese susto ya no se lo quita nadie.
Se ha demostrado, en parte, que esa expresión anárquica y espontánea que fue el 15-M ha tenido secuelas muy interesantes y que las diversas mareas y movimientos anti (fracking, desahucios, hospitales privados, etc.) o contra el llamado Tratado de Libre Comercio (¿) han calado en el imaginario popular. Lluvia fina.
No nos pongamos exquisitos. Muchos sabemos que el poder no está (solo) en las instituciones pero, bueno, tampoco está mal que organismos populares pongan coto a tantos desmanes e inicien una serie de auditorías que presuntamente sacarán los colores a más de uno. Una cosa, además, no quita la otra.
Las asambleas, la participación activa, iniciativas frescas y colectivas, el foco puesto en los intereses de buena parte de las clases medias y bajas han cambiado cualitativamente la idea de la política en España en general y en Burgos en particular.

…Ma non troppo

Ese evidente avance también ha visualizado el camino que queda por recorrer. Pese a todas las barrabasadas realizadas principalmente por el PP, aunque sin dejar de lado las de los otros partidos, todavía es importante el apoyo popular que han conseguido, sin olvidarse de la creciente desigualdad social, la población en riesgo de pobreza que ya está en el 29%, los desahucios continúan, la desnutrición infantil avanza y la precariedad en general aumenta.
Se comprueba que la famosa conquista de los cielos, o un cambio social y económico radical, va a ir más lento de lo que algunos quisiéramos, pero también es cierto que los avances obtenidos no eran previsibles hace apenas 6 u 8 años.
No nos queda otra que seguir potenciando los blogs y la prensa alternativa (muy desarrollada en los últimos años en Burgos) y los movimientos de base, donde van incorporándose ciudadanos que han asumido su papel de protagonistas de la historia, que opinan, participan y analizan. Se manifiestan y ocupan la calle. Ni más ni menos.  Intentando recuperar –para empezar a caminar- ese viejo eslogan de Libertad, igualdad y fraternidad.
Ciudadanos que han forzado a que hasta los más inmovilistas hayan tenido que utilizar las palabras cambio, derechos sociales, regeneración, pobreza infantil… No es nada, si no lo respaldan con hechos, ya, pero, bueno, se les puede sacar los colores (aunque a una cara de cemento armado puede ser difícil).
La lucha es desigual. Como un detalle Promecal contra la prensa alternativa, campañas electorales de muchos ceros (con encartes millonarios en Gente, respaldo de Promecal, utilización de la revista municipal Plaza Mayor, etc.). Pese a todo ello, se avanza.
Hoy es 6 de junio. Mucho me temo, lector, que cuando leas este texto Lacalle paseará como alcalde in péctore en la procesión del Curpillos. Pero, bueno, hay partido, que diría un hincha optimista. Porque, como dijo en su día Jose ‘Pepe’ Múgica “El problema es la realidad”: Y esta no es manca.
Para el próximo número de EP,veremos si entre todos el ma non troppo se convierte en un molto vivace.

ENTREVISTA a Javier Lacalle

Después de este receso esperando las elecciones que han posibilitado que la derecha, más derechosa, nacida al amparo de un Generalito, pequeñito y cabroncete, se viese de pronto sin el apoyo que millones de españoles le venían brindando. Hoy es un día triste para un Ayuntamiento y un alcalde que gobernaban la ciudad como el señorito andaluz gobernaba el cortijo.  El Alcalde derechoso y bisoño (Sr. Lacalle) se ha puesto en contacto con la redacción del Perdigón para exponer a la ciudad los pasos que piensa dar para seguir desgobernando sin mayoría absoluta. Son las doce del mediodía del 25 de mayo. Esperamos en la antesala del despacho del Sr. Alcalde. La exconcejala Gema Conde con voz temblorosa y ojos llorosos nos invita a pasar.
Los reporteros de la revista Perdigón pueden pasar:
P.- Buenos días. Sr. Lacalle enhorabuena por haber ganado las elecciones.
Llorón: Ay, Ay Ay Dios mío…hip, hip, hip, hip. Ay, Ay Dios mío que va a ser de mí. Ay, Ay, hip, hip, hip.

P.- Pero, ¿qué le pasa, Alcalde?  ¿Por qué llora de esa manera?
Llorón: Hip, hip, hip, Ay, Ay, Dios mío. Hip, hip, hip. Aaaaay, Aaaaay Señor por qué me castigáis así.

P.- Pero no llore, Sr. Alcalde, que usted va a seguir.
Llorón: Hip, hip, hip, Ay, ay, ay pero ya no será lo mismo. Ay…hip, hip, hip. ¿Tienen  un moquero?

P.- Tenga el mío. Está un poco sucio porque acabo de dejárselo al Sr. Ibáñez que también está llorando, pero le puede servir.
Llorón: Ay, ay ay, hip, hip, hip,

P.- ¡Pare de llorar cojones!  Que no hemos venido aquí solo para verle llorar.
Llorón: Hip, hip, hip, Ay, ay. ¡Qué va a ser de mí, de la familia, cómo voy a pagar! Ay, ay, ay, hip, hip, hip.

P.- Joder. ¿Quiere que le de unas palmaditas en la espalda a ver si se le pasa?  Pim, pam, pim, pam. ¿Ya se encuentra mejor?
Llorón: No sé. Ay, ay, ay, hip, hip, hip. ¿Cómo voy a pagar la hipoteca del Ático? Ay, ay, ay, hip, hip,…

P.- ¡Calle ya de una vez, coño! Además, el Ático según dicen ya lo tiene pagado.
Llorón: Que no, que no, lo nuevo sí, pero lo viejo todavía queda algo. Ay, ay, ay, hip, hip, hip. ¿Qué va a ser de la familia?

P.- Vamos a ver, Sr. Lacalle: Si usted va a seguir de Alcalde, si va a seguir en las mismas condiciones que antes.
Llorón: Que no, majos, que no. El chupeteo no va a ser el mismo. Hip, hip, hip, Ay, ay ay. ¿Tenéis otro pañuelo?

P.- Yo ya no tengo. Rubén, ¿tienes tú?
Rubén: Yo no uso.

P.- Joder,  pues baja y compras una docena o mejor una sábana. Que este no deja de llorar en los próximos cuatro años. Vamos a ver, usted ha estado 4 años con un buen sueldo, buenas dietas, amigos con posibles que le habrán hecho buenos regalos. ¿Cuántos hay en la ciudad peor que usted? Mire los de Imagina que son recién llegados y no tienen dónde caerse muertos. Esos sí que tienen hipoteca.
Llorón: Ay, ay, ay, hip, hip, hip. Pero cada uno llora su desgracia. Ay, ay, hip. Además, los de Ciudadanos no me quieren echar una mano. Ay, ay, ay, hip, hip, hip, Cabrones todos.
Rubén: He comprado una docena de pañuelos y una sábana de las grandes.

P.- Parece que ahora está un poco más calmado.
Llorón: Ay, ay, ay, hip, hip, hip. La Plaza de Toros sin terminar. Otro 3% que se va…ay, ay, ay, hip, hip, hip.

P.- Joder, Rubén. Este tío nos está dando el día. ¿Qué hacemos?
Rubén: Decía mi abuela que dando un susto se quita el hipo.

P.- ¿Y qué le decimos?
Rubén: Le decimos que Ciudadanos va a apoyar a Raúl Salinero para la Alcaldía.

P.- Sr. Lacalle, nos mandan por Internet que Ciudadanos ha llegado a un acuerdo con Podemos y que apoyarán a Raúl Salinero para alcalde.
Llorón: Aaaaaay, aaaaaay que me da algo. ¡Agua, agua,  que me ahogo!

P.- Hostias, Rubén, trae el botijo que se nos va, si  no tiene casi pulso. Mejor mira a ver en ese armario si hay alguna medicina. Hay una botella de Whisky… beba, beba, Sr. Alcalde.
Llorón: Ay, ay, ay Gracias, majos. ¿De qué estábamos hablando?

P.- Le decíamos que Ciudadanos y Podemos han llegado a un acuerdo.
Llorón: Aaaaay, aaaaaaaay, hip, hip, hip, hip.

P.- ¡Que pone los ojos en blanco! ¿Qué hacemos, Rubén?
Rubén: Decirle que es mentira. Que se lo hemos dicho para quitarle el hipo.

P.- Ya vuelve en sí. Se encuentra mejor. Lo de Ciudadanos y Podemos es mentira no han llegado a ningún acuerdo. Se lo hemos dicho para ver si con esto se le quitaba el hipo.
Llorón: Hip, hip, ¿de verdad lo dicen?

P.- ¡Que sí, coño! Que la alcaldía es para usted. Aunque no se la merezca.
Llorón: No digan eso por favor. Como ser humano que soy habré tenido mis errores, hip, hip, pero todo lo que hice fue pensando en el sufrido pueblo de Burgos. Al que me entregué con toda la pasión de que soy capaz. Y si me dejan hacer otros 4 años les prometo que no les defraudaré. Hip, hip, hip, que yo para mí no pido nada.

P.- Joder, que morro tiene. Sr. Lacalle, ¿qué esperaba usted? ¿Otra mayoría absoluta? Después de toda la mierda que ha salido de su partido y de este Ayuntamiento que también ha dado que hablar lo suyo (Sr. Villanueva, Bulevar, Plaza de Toros). Por hablar solo de lo más vistoso…
Llorón: Pero lo malo no debe de tapar lo bueno. Que hemos hecho cosas muy majas. Hip, hip, hip. Hemos cambiado 200.000 baldosas, se han puesto 40 semáforos nuevos, casi cambiamos los autobuses por otros de segunda mano, para ahorrar, los Sampedros han sido más vistosos, se han tirado más petardos y las Noches Blancas la mitad de los burgaleses se han quedado sin blanca. Y ahora todo se irá al carajo…Ay, ay, ay hip, hip, hip

P.- No empiece otra vez a llorar, coño. Que parece usted la muñeca chochona. Ande, beba otro trago de Whisky. ¿Se encuentra mejor?
Llorón: Hip, hip. Parece que sí. Oigan, ¿de dónde han sacado ese Whisky? ¡Está cojonudo!

P.- Estaba en ese armario. Lo encontró Rubén, cuando usted se desmayó. Estaba envuelta en papel de regalo y había una tarjeta que ponía: “Para mi buen amigo y mejor Alcalde Peña San Martín, de su amigo Antonio Miguel”.
Llorón: ¡Joder! A  mí me no manda esos regalos.

P.- ¿Es que acaso usted no ha reunido los puntos necesarios? Cambiando de tema: ¿Cómo piensa gobernar sin tener mayoría?
Llorón: No lo sé. He hablado con Juanvi y me ha dicho que esté tranquilo que dentro de unos días recibiré por SEUR un programa de CCC para alcaldes en apuros y si apruebo, dentro de seis meses tendré plaza fija en la alcaldía.

P.- ¿Y si no aprueba?
Llorón.- Ay, Ay, Ay, hip, hip. Por favor no me digan eso. Juanvi me ha asegurado que en caso de no aprobar me quedaré de concejal… pero yo no quiero, quiero seguir como antes…Ay, ay, ay.

P.- Ya estamos con el lloriqueo. Si sale alcalde no se pasará los 4 años llorando. Piense que gobernar escuchando a los otros partidos no es malo. Detrás de esos partidos hay muchos burgaleses que quieren ser gobernados de otra forma. Impulsando la democracia hacia adelante.
Llorón.- Si yo a esos cabronazos les quiero bien. Lo único que pido es que las cosas sigan como antes por el bien de la ciudad. Hay que ser solidarios “Hoy por unos, mañana por otros”. ¿Quién dice que mañana no se verán ellos en apuros? Y aquí estaré yo para ayudarles y limpiar sus lágrimas.

P.- Vamos a ver, Sr. Lacalle. Usted no ha entendido nada de nada. Que este país no volverá a ser el mismo. Que el partido de usted se va al carajo a Dios gracias. Que hoy España se ha dado cuenta que su partido no era el partido españolísimo que decían ser, eran una banda de chorizos al estilo Capone. 
Llorón: Aaaay, aaaay, hip, hip, hip. Que yo no. Que eran los de arriba. Que a mí no me ha tocado nada…ay, ay, ay. Que yo solo fui a Niza.

P.- Por ahí se empieza Sr. Lacalle. Un viajecito a Niza, una botellita de Whisky, un ático muy ático, unos papeles por aquí, unos papeles por allá y al final se acaba caminando por los senderos de la indecencia.
Llorón.- Ay, ay, ay. Si yo hice algo malo no fue culpa mía. Yo hice lo que hacían todos. Mi pecado fue que no quería ser el último. Ellos me enseñaron. Me decían…ay, ay, hip, hip.

P.- Pero ¿qué le decían?
Llorón.- Que no lo digo que es pecado…ay, ay, hip, hip, hip.

P.- Riiiin, Riiin. ¡Hostias, Rubén! Mira lo que me mandan por WhatsApp. Joder qué notición.
Llorón.- ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué es ese notición?

P.- ¿Se lo decimos, Rubén? Díselo, al fin y al cabo se va acabar enterando.
Llorón.- Mire, Sr. Lacalle. Parece ser que el Jefe ha citado a Podemos y Ciudadanos a una reunión para llegar a acuerdos.
Llorón.- AAAAAAAAY, AAAAAAY que me ahogo, AAAAAY, AAAAAAY, que se me para el corazón… ¡CATAPLUM!

P.- Joder, Rubén, ¡qué hostia se ha dado! Se ha caído redondo. Qué hacemos, mírale el pulso, casi no tiene. Dale un poco de aire con esta carpeta. Nada que no vuelve en sí. Hostias, hostias, vaya embolado. Rubén, llama a Marcos y a Eri que vengan a echar una mano.
Rubén: Llámales tú, coño que yo estoy dándole aire.

P.- Joder, joder. Ya solo falta que nos echen la culpa a nosotros. Voy a llamar a Luis Oviedo a ver qué hacemos y a Burgosdijital que graben esto para que vean que se ha ido al suelo él solo. Esto ha sido un soponcio motivado por el estrés que le han producido las putas elecciones. ¿Qué leches tendrá el puto poder para que se mate y se muera por él?  Están llamando a la puerta… ¿Qué hacemos, Rubén?
Rubén: ¿Qué vamos a hacer? Di que pase. ¡Hostias Pedrín, es la Gema Conde!

Gema Conde.- ¿Dónde está el Alcalde?

P.- Detrás de la mesa. Se ha caído redondo. La ha dado un soponcio.

Gema Conde.- ¡Está muerto, está muerto!  ¡Asesinos, le habéis matado!  ¡Que sois comunistas de Podemos… asesinos, rojos de mierda!
Llorón.- ¿Qué pasa, dónde estoy? ¿Hemos ganado las elecciones? ¿Sigo de Alcalde?
Gema Conde. Sigues de Alcalde, compañero. Eres el mejor.
Llorón.- ¿Y estos quiénes son?, ¿qué hacen aquí?
Gema Conde.- Son de Podemos. Han venido a felicitarte por haber ganado las elecciones.
Llorón.- ¡Ay, qué majos!  Pon un Whisky para todos y brindemos para que el macho siga cabalgando. Amigos, porque el Sistema tenga larga vida y que nosotros lo veamos. SALUD.

Estos hechos que iban para entrevista, tuvieron lugar el 25 de mayo festividad de San Dionisio de Niza, Obispo que fue desterrado de Armenia por el emperador arriano Constancio. Murió en esta misma localidad francesa de la Costa Azul a causa de un soponcio provocado por el partido romano de Podemos. Cuenta la tradición que sus últimas palabras fueron: Ni Podemos, ni Ganemos, ni Imaginemos: Ni reinaréis, ni gobernaréis por los siglos de los siglos amén. Y entregó su Alma a Dios. En su viaje a Niza el concejal Sr. Lacalle depositó un ramo de flores en su tumba, permaneciendo a día de hoy frescas y olorosas.


PEDAGOGÍA por BISCUTER.

La situación creada tras las últimas elecciones del 24 de mayo, revela la posibilidad de un cambio real en nuestro país. Esta oportunidad quiere truncarse, mediante un arma a la que siempre recurre el poder en estos casos: el miedo. Pero esta estrategia es incompatible con la democracia, porque la libertad, tantas veces manoseada por nuestra marquesa de “centro centro”,  no consiste en elegir siempre lo que dice papá o mamá, sino en optar  por lo que se considera mejor para el conjunto de la ciudadanía. La novedad actual se encuentra en las candidaturas ciudadanas constituidas en muchos de nuestros pueblos y ciudades. Con ellas, la gente ha expresado sobre todo que quiere una nueva política, más incluso que nuevos partidos en la política. Su gran tarea en este momento es hacer pedagogía social. Mostrar a la ciudadanía que se pueden hacer las cosas de otra manera, que se puede mandar obedeciendo, que las políticas del neoliberalismo imperante no son ineluctables, no son naturales como el sol o el granizo, sino  fruto de los intereses de una minoría, que ha considerado que el progreso consiste en acabar con los derechos y libertades conquistados.
Debemos continuar el camino emprendido en las plazas de toda España,  un quince de mayo de hace cuatro años, y convertir lo que ha sucedido ahora en un acontecimiento, tal como lo define Alain Badiou, un hecho que crea una nueva normatividad política, con la que los diversos sujetos de una sociedad plural se relacionan en tensión. En  primer lugar, los tiempos exigen acabar con las unanimidades, los enfrentamientos impostados, el “hooliganismo” político. Nuestra sociedad es heterogénea  y poliédrica, no necesita de imposiciones, ni de verdades absolutistas, sino de diálogo franco, honesto, para mejorar  aquí y ahora la vida de todos los ciudadanos, no para chalanear y ocupar poltronas. Hay que demostrar con los hechos, que se es capaz de transformar el estado de cosas actual, con un pie en las instituciones y otro en la calle. Hay que dignificar la política y hacer de ella una cuestión que concierne a todos. Hay que realizar una profunda reforma democrática, combatiendo la corrupción a fondo, esa corrupción que hace que gobiernen los que no se presentan a las elecciones. Hay que cambiar las formas de hacer política; hacer de la participación ciudadana un contrapoder, o si se quiere un antipoder, en el sentido de la mejor tradición libertaria  y hacer que nuestras/os representantes sean ciudadanas/os comunes al servicio de la polis, sin sinecuras ni privilegios.
Cuando el 29% de la población española se encuentra en riesgo de exclusión social, resulta prioritario combatir la desigualdad social y trabajar por recuperar a los excluidos; defender y mejorar los servicios públicos básicos como la sanidad, la educación y a la atención a los dependientes e imponer una fiscalidad justa, que haga contribuir a los que más tienen, porque la solidaridad es una manera responsable de defender una sociedad que se pretende democrática y pacífica.
Necesitamos que nuestras ciudades se humanicen, que su urbanismo esté al servicio de la ciudadanía, que su crecimiento y gestión sean sostenibles y que se abran al cambio que imponen los grandes retos que tiene planteados la humanidad. Las revoluciones son la locomotora de la historia decía el viejo Marx. Pero parafraseando a W.Benjamin, tal vez hoy lo revolucionario sea echar el freno de una vez por todas a este progreso suicida, basado en el consumismo, la avaricia, la competencia  feroz y la devastación de los recursos naturales.
Ernst Bloch, en su obra El principio esperanza, dejó escrito que “…la esperanza puede desilusionarse, claro que sí, seguro, esto sucede con facilidad. Esto sucede un montón de veces, toda esta vida está llena de sueños que no se hacen realidad. La esperanza fundamentada también puede y será desilusionada, así tiene que ser, por respeto a sí misma, porque de lo contrario no sería esperanza. El proceso del mundo mismo corrige mediante desilusiones el intento teórico-práctico, la esperanza ilustrada aprende de la historia para poder mantenerse  en dirección hacia aquel humanismo real que había sido formulado por Marx, como el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en  las que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado…”.



Mi libertad, la tuya, la de ellos… por Tito
Como si se tratase de leyes físicas que repiten los mismos efectos ante las mismas circunstancias, lo ocurrido el pasado sábado en el Camp Nou en los prolegómenos del partido de la Copa del Rey entre el Atlhetic y el Barça entabla de nuevo los límites de la libertad de expresión, consistente en esta ocasión en entender el contexto de una acción o de una omisión oportuna, cuando parte del público chifló a los símbolos nacionales materializados en el himno, la bandera y en la misma persona del Rey.
No es la primera vez que sucede tal hecho, sino que es una escena conocida en la final de la Copa, seguidamente aparecen las mismas críticas y los mismos reproches como si estuviéramos castigados a no entendernos. Aunque fuese un acto deportivo, no es un asunto baladí sino que toma la trascendencia de un encuentro nacional donde estábamos representados los españoles en esos símbolos anteriormente citados, también en el Rey.  Vaya como confesión particular que no soy nada adicto a los himnos de ninguna clase ni banderas –los himnos tienen redobles guerreros y las banderas han servido para marcar fronteras-, tampoco soy devoto monárquico.
Sin embargo, creo en la convivencia democrática donde tenga destacadas señas de identidad la libertad para expresar y receptar opiniones propias o ajenas, de conformidad o discrepancias. Una práctica que debe tener flexiones recíprocas en un plano de igualdad, que no de individualidades. Para que la convivencia se mantenga sostenible se armonizan unas reglas que resumimos en unos códigos éticos y normativos, sin los cuales las relaciones se hacen insostenibles o, al menos, insoportables. Se regulan así los comportamientos, si bien estas normativas se conviertan coactivas de nuestras propias acciones, como decía Paul Satre “el infierno son los otros”. Es el precio de la convivencia.
Un coste de la libertad que requiere una garantía en el respeto y en la reciprocidad que cada uno merecemos. Recogiendo palabras de Paulo Freire, afirmaba que " jamás seremos libres solos; sólo seremos libres juntos. Mi libertad crece en la medida en que crece también la tuya y gestamos conjuntamente una sociedad de ciudadanos libres y libertos". En este contexto debo escuchar a una parte significativa de vascos y catalanes que reclaman el derecho a decidir en las urnas su futuro sobre seguir o no en el aglomerado español; es más, si veo vejado ese derecho me veo obligado a apoyar su reivindicación, aunque mi aspiración sea03/06/2015 que permanezcan junto al resto de españoles en un proyecto común ilusionante. Si bien faltan políticos que inspiren ilusión.
No obstante, y retomando la escena de Camp Nou, el espectáculo fue deplorable porque supuso un insulto emitido a muchos españoles –catalanes y vascos incluidos-, lo menos indicado para un entendimiento, ni siquiera para un expresión, solo para un bochorno que avergüenza a quienes lo protagonizaron. Si pretenden un respeto a sus símbolos y a sus demandas se debe comenzar por respetar la de los demás.

No son molinos, son comisiones por Ecologistas en Acción

“De saberlo, no habría puesto un molino” declaró ante las Cortes Tomás Villanueva, Consejero de Economía y Empleo.  Dicho con otras palabras: “Si llego a saber que me iban a pillar me busco otra cosa, porque a mi los molinos y las energías renovables me importan un pito”.

Hace unos meses la Agencia Tributaria presentó ante la Fiscalía Anticorrupción una denuncia contra un conjunto de personas y sociedades que cobraron de las eléctricas al menos 110 millones de euros para agilizar la tramitación de partes eólicos en Castilla y León. Estos hechos se conocen como la “trama eólica”.

Proyectos para poner en marcha parques eólicos podían permanecer años guardados en un cajón, ya se sabe, cosas de la burocracia. Pero, en un determinado momento se reactivaban – y aprobaban -, en meses, semanas e incluso, ¡tres días! El fisco no lo ha interpretado como un alarde de eficacia, sino más bien como una trama corrupta. Ayuda la constatación de que los tramites se llevaban a cabo después del ingreso de nada desdeñables cantidades de dinero en las cuentas de algunas personas (o sus sociedades).

Apostar por las renovables se ha valorado en esos despachos de una forma diferente. La verdad es que, en la Junta de Castilla y León, la lucha contra el cambio climático y el cambio de modelo energético no les motiva mucho[1]. Pero si se pueden sacar unas perras, a la vez que parece que lo dan todo por el medio ambiente, la cosa cambia.

El caso de corrupción es grave, pero mucho más es que no se tomen en serio los problemas ambientales (y sociales) relacionados con la política energética. Llenar la región con parques eólicos sin mas criterio que mirar por el bolsillo de algunas personas, mientras que los recursos se agotan, el cambio climático es cada vez más patente y las soluciones urgen no es solo un delito. Es vergonzoso.





[1] Para ejemplo, la decidida apuesta por el fracking o la central de Garoña –amortizada como Tomas Villanueva- que sigue dando que hablar sin que se proceda a su desmantelamiento de una vez por todas.



Junio en París por R.V.S., Eri Thälmann.


París, ciudad del amor, de la cultura, de la luz... ha recibido este caluroso mes de junio la visita de “nuestro” Rey Felipe y su esposa, la periodista. Su presencia se debía al homenaje que recibían los republicanos españoles que liberaron París y lucharon contra el fascismo. Corrieron ríos de tinta, debates y chascarrillos a cuenta de este circo, al final una vez más, tan irrelevante como pomposo. Sin embargo, en esta misma capital, bajo un puente del suburbano situado muy cerca de Montmartre, zona de importante afluencia de turistas, la cotidiana y cruda realidad continúa ajena al espectáculo. Allí viven hacinados y olvidados cientos de inmigrantes subsaharianos, de esos cuyo color de piel no gusta nada al Frente Nacional de Marine Le Pen, aunque ese mismo color es el crudo que alimenta a Francia y a la vieja Europa de la sociedad de consumo actual. Parece que todavía no se termina de asociar al libre mercado y al consumismo del primer mundo la destrucción de oportunidades para estas personas. Solo aceptamos la globalidad para ser libres de comprar un teléfono fabricado en la otra punta del mundo o llenar el depósito de nuestro coche con combustible de un continente en guerra.
Los movimientos de ultra derecha son capaces de esgrimir argumentos contra la entrada de inmigrantes, aunque no se hasta qué punto desearán la autarquía, ya que en este continente y más concretamente en España, los hidrocarburos escasean, como escasea también desde hace décadas la industria pesada e incluso hoy en día la ligera. Más hipocresía aun la de los empresarios defensores de “una grande y libre”, deseosos de mano de obra barata, para recoger fruta en Almería o vender recuerdos en la plaza Mayor de Madrid. No sé qué sería de los talleres de alta costura de Milán, donde se adornan los trajes con la etiqueta “Made in Italy” aunque los mismos tengan más horas de mano de obra oriental que de factura italiana. Y como estos, podríamos citar infinidad de ejemplos donde impera la doble moral de este sistema económico. Después de la convulsión de las recientes elecciones, y a la espera de los resultados en las nacionales, desearía ver propuestas políticas, sí políticas, y no tanta verborrea fácil de las “nuevas opciones de izquierda”. Que se propongan salidas a esta economía de la agonía, a nivel nacional y al perjuicio internacional que ocasiona. Que no solo es el problema el 25% de paro aquí, son los muertos que provocan en medio mundo nuestra política ávida de mano de obra esclava para mantener los estándares de vida de unos pocos afortunados.

Si es que existe aún Estado que sea capaz de tomar el control de sectores estratégicos como la generación de energía, el transporte, la sanidad y las telecomunicaciones. Que desaparezca el capital riesgo y se garanticen aranceles que graven las importaciones, con especial atención a aquellos productos que se fabrican de manera local.






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