por El Abuelo Libertario.
La historia de la filosofía es el estudio de
todas las ideas y sistemas de pensamiento racional creados a partir en que el
hombre empieza a prescindir de los mitos para apoyarse en la razón. Esto se
conoce como “Paso del mito al logos”.
El pasaje de lo mítico
a lo racional propone dejar de lado la interpretación mitológica y religiosa
del mundo, para colocar en su sitio una explicación filosófica y científica,
movida por la racionalidad humana.
Así, pues, la filosofía
nace con el paso del mito al logos:
-MITO: imaginación,
arbitrariedad, caos
-LOGOS: razón,
necesidad, cosmos.(Principio racional del universo)(Discurso razón de las
cosas)
A pesar de que la
explicación mítica todavía no ha desaparecido totalmente, es cierto que hoy de
forma mayoritaria es la actitud racional la imperante.
Si el raciocinio, el
amor al saber, y la búsqueda de la verdad del yo y del colectivo son
determinantes, ¿porque se pretende arrinconar la filosofía y hacer de
ella una asignatura marginal? Precisamente porque supone eso; la búsqueda incesante de la verdad. Fueron Sócrates, Diógenes, Descartes,
Marx, Sartre, Bensaïd y un largo etcétera,
los que abrieron caminos de
emancipación, de libertad y de progreso.
¿Podemos decir que hoy
todas estas ideas están desfasadas, o más bien están escondidas, esperando
tiempos mejores? ¿Se puede construir un nuevo mundo alejados de la filosofía,
del amor al saber? ¿Se pueden alcanzar
mayores grados de libertad olvidando el pensamiento crítico? ¿No será hoy
necesario como lo fue en vida de Sócrates, revisar los conocimientos que se
tienen y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos?
Nuestra cultura es heredera de la filosofía griega y
del derecho romano: El valor supremo es el orden, (sobre todo en el derecho
romano) y en la ideología del orden no hay lugar para la libertad. Todo lo más,
puede existir libertad de obedecer y someterse al orden.
Una de las mayores
resistencias a construir la libertad es la que se encuentra en la propia
persona: el miedo a tomar decisiones y asumir responsabilidades, aceptando la
pereza, la timidez y la inseguridad.
Por eso se prefiere el
orden establecido, su seguridad a la incertidumbre que puede acarrear el
navegar por las aguas desconocidas de la libertad. La libertad implica un
futuro imprevisible y sacude la garantía del orden, de la tranquilidad. Tenemos
miedo a volar y preferimos el nido, al fin y al cabo el nido es algo conocido y
la libertad no.
Las personas estamos
programadas desde niños por las conveniencias sociales, por una mal llamada
educación y por la cultura imperante. Vivimos programados y damos la respuesta
esperada ante situaciones determinadas.
Tenemos programadas
ideas convencionales y culturales, que tomamos como verdaderas cuando no lo son: idea de patria, de
frontera, de propiedad…
Los seres humanos necesitamos poner en práctica
la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo
desconocido: debemos movernos fuera de los esquemas que tenemos.
Decía un psicólogo
hindú: “El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista, no
piensa; el que piensa como musulmán, no piensa…y el que piensa como católico,
tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología. (Podemos ver como el mayor
filosofo griego (Sócrates) cuestionaba las ideas preconcebidas de la juventud
ateniense e intentaba a través del
dialogo llegar a la razón última y desmontar las ideas preconcebidas).
El mundo tecnológico
que hoy vivimos se nos presenta como el mejor de los mundos. La mayoría de los
ciudadanos viven o vivimos en función de alcanzar la felicidad en la posesión
de los nuevos inventos tecnológicos; inventos programados, cuyo fin último no
es el desarrollo integral del ser humano. Se les ha eliminado la racionalidad,
la filosofía, la idea transformadora y liberalizadora que también está lo más
profundo del ser humano y a cuyo fin debemos dedicar los mayores esfuerzos.
Cuando la persona es
producto de una cultura, sin cuestionarse nada, se convierte en un robot. Las normas culturales han sido estampadas
como un sello y las tomamos como algo
real. Nos han enseñado formas de comportamiento que no hemos elegido, sino que
son impuestas desde fuera y sólo lo que nace y se decide desde dentro es
autentico y hace libre a la persona.
De ahí que la libertad
asusta, nos impone miedo, porque supone romper con todo o por lo menos
cuestionarlo todo. Pero a pesar de todos
los miedos, como dijo Sartre: “El ser humano está condenado a ser libre”. En la
película el “Show de Truman” se refleja lo que intento decir: Un mundo donde
los seres humanos son espectadores de una ficción que pasa a hacerse real y esencial
en sus vidas y de un protagonista que trata de salir de la seguridad que le
proporciona la ficción y busca la realidad sin saber hacia dónde le va a conducir
esa realidad; en una palabra: la monotonía, el orden, la seguridad le han
convertido en un ser amorfo que camina por la vida sin cuestionarse su
existencia y solo empieza a ser libre cuando rompe con la ficción, con la
comodidad y la seguridad de una vida programada desde espacios de poder.
Cuestionarlo todo: lo
que dice el “País”, lo que dice el Gobierno o la oposición, lo que dice la
Conferencia Episcopal, lo que dice la televisión, lo que dice Rajoy, Rivera, Sánchez
o Iglesias, lo que dice Rouco, lo que decimos nosotros. Todo o parte puede ser
verdad o puede ser mentira. Frases
famosas como: “Sólo sé que nada sé” “Conócete
a ti mismo” “La verdad te hará libre” “Pienso luego existo”. Todo esto es una
búsqueda incesante que a través del pensamiento la humanidad ha venido
desarrollando tratando de liberar a la persona de aquellas ataduras que los
poderosos han ido tejiendo para conformar y someter un ser humano alejado de lo
que hace grande al hombre como ser racional: “Su pensamiento crítico”.
PENSAR, DEEBATIR,
ACTUAR. CUESTIONAR TODO, A TODOS Y A NOSOTROS MISMOS Y AL FINAL SABER QUE LA BUSQUEDA CONTINUA.
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